Vivimos tiempos convulsos. No seré yo quien lo descubra.
Este tipo de periodos especialmente conflictivos e inciertos no suelen ser fruto de la casualidad. Más bien suelen ser el resultado de una serie de desequilibrios que se han ido perpetuando y enquistando con el paso del tiempo.
Los que tenemos la suerte de vivir en países desarrollados, hemos crecido en un entorno con cierta seguridad jurídica, económica y política. Hemos sabido sobreponernos a momentos de fragilidad, hemos unido fuerzas y encontrado maneras de seguir protegiendo nuestros Derechos Fundamentales. Nos cuesta imaginar un entorno diferente al que estamos acostumbrados. Damos por hecho que esto debe ser así. Cuando alzamos la cabeza y vemos países con altos índices de criminalidad, altos índices de pobreza y con marcos jurídicos y legales casi nulos, creemos que esto es algo que solo puede pasarle a los demás.
Cual mito de la caverna, las sombras se convierten en nuestra realidad y sólo un acontecimiento extraordinario puede sacarnos de la oscuridad y llevarnos hacia la verdadera luz del sol.
La historia nos ha demostrado una y otra vez que las situaciones extremas finalmente acaban llegando, aunque tengamos nuestras cabezas escondidas bajo tierra.
Es en estos momentos cuando empezamos a entender conceptos que antes nos podían parecer banales, absurdos o innecesarios. Y es que cada uno de nosotros vivimos en nuestra propia burbuja, aislados y ciertamente sesgados por lo que, de forma limitante, somos capaces de ver o percibir a nuestro alrededor.
Es en momentos de extrema necesidad, cuando ya nos ha tocado de lleno, que comenzamos a darnos cuenta que estamos sufriendo vulneraciones en nuestros derechos individuales, justificados muchas veces bajo el amparo de un motivo superior.
PASADO Y PRESENTE
Lo vivimos en la anterior crisis económica con el rescate bancario bajo el lema ‘too big to fail’ donde todos los ciudadanos (hombres, mujeres y niños) acabamos contribuyendo económicamente para salvar de la quiebra a un grupo de entidades privadas y también públicas con la prerrogativa del interés general.
La crisis sanitaria generada por la pandemia ha sido otro claro ejemplo. Bajo el manto del interés común hemos podido observar cómo ciertas decisiones políticas han hecho prevalecer su criterio para imponer acciones que vulneran nuestros derechos más fundamentales. El pase sanitario sería una de ellas.
Un caso llamativo ha sido el del gobierno de Canadá, el cual ejerció su poder institucional para autorizar la congelación de cuentas bancarias de ciudadanos que, disconformes con las medidas adoptadas durante la pandemia, pretendían manifestarse libremente. Plataformas de recaudación colectiva a través de las cuales los afectados estaban recibiendo ayudas económicas procedentes de todos los rincones del planeta también fueron intervenidas.
Recientemente el gobierno de España comentaba que “las pandemias, el cambio climático, los ciberataques o las crisis financieras son todos riesgos y amenazas complejas, a menudo interconectadas, que pueden desencadenar crisis en cascada”. Esta introducción servía como pretexto para justificar el nuevo Anteproyecto de Ley de modificación de la Ley 36/2015, de 28 de septiembre, de Seguridad Nacional, en el cual, entre otras vicisitudes, especifica en su artículo V que “Cuando la naturaleza de la situación de interés para la Seguridad Nacional lo haga necesario, las autoridades competentes, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad Nacional o de la autoridad funcional, podrán proceder a la requisa temporal de todo tipo de bienes, así como a la intervención u ocupación transitoria de los que sean necesarios y, en su caso, a la suspensión de actividades. Quienes como consecuencia de estas actuaciones sufran perjuicios en sus bienes y servicios, tendrán derecho a ser indemnizados de acuerdo con lo dispuesto en las leyes.”
UCRANIA
Con los conflictos bélicos como telón de fondo, estas últimas semanas se han hecho más evidentes, si cabe, las distorsiones económicas y políticas existentes en el mundo.
Tras las sanciones, Rusia ha visto como la Unión Europea excluía a diferentes bancos rusos del sistema SWIFT (el sistema que permite canalizar transferencias y operaciones financieras a través de las instituciones correspondientes) complicando mucho su operativa. El banco Sberbank, controlado en su mayoría por la Federación rusa, con oficinas en Alemania, Austria, Croacia, República Checa, Hungría, Eslovenia, Serbia y Bosnia-Herzegovina sufrió un corralito bancario tras la retirada masiva de sus clientes que vieron como de la noche a la mañana perdían el acceso a sus ahorros y cuentas corrientes. Los saldos estarán protegidos hasta 100.000€ por cuenta. Por encima de esas cantidades los clientes podrían perder todo su dinero. Veremos en las próximas semanas cómo evoluciona esta situación.
COYUNTURA GENERAL
Una inflación desbordada que toca ya a los países más desarrollados, una crisis de suministros global, una situación sanitaria todavía endeble por la pandemia, una deuda mundial en máximos históricos y la incertidumbre de la guerra en Ucrania con sus posibles consecuencias, hacen presagiar que nos encontramos frente a esta situación límite que comentábamos.
Es momento de salir de la cueva y ver la luz del sol, es momento de ser responsables de nuestros actos, de dejar de mirar hacia los lados y empezar a preparar las herramientas (sociales y económicas) que nos permitan afrontar de la mejor manera, las incertidumbres que están por venir.
Conoce tus derechos, protege tu patrimonio y permanece más cerca que nunca de tus familiares y seres queridos.
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